Redacción
En España solo 1 de cada 100 niños lleva una dieta saludable que le asegure una buena salud cardiovascular y cerebral; ahora un nuevo estudio acaba de demostrar que la receta para lograrla es tan sencilla como barata: educar en buenos hábitos en los primeros años de la vida, sobre todo antes de los 9 años.
Así lo pone de manifiesto una investigación llevada a cabo en 48 colegios públicos de la Comunidad de Madrid entre 2014 y 2020 por parte de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y la Fundación SHE (siglas en inglés de Ciencia, Salud y Educación), que recoge este lunes la revista Journal of the American College of Cardiology (JACC).
La intervención se llevó a cabo con 1.771 niñas y niños de Educación Primaria, con edades comprendidas entre los 6 y los 12 años.
Los 48 colegios fueron divididos en cuatro grupos: 12 recibieron educación en buenos hábitos alimenticios y salud integral durante los 6 cursos de Primaria; otros 12 la tuvieron solo durante los tres primeros (de los 6 a los 9 años); otros 12 solo durante los 3 últimos cursos (de 9 a 12 años), y finalmente hubo un cuarto grupo de control de 12 colegios que no accedió a esta formación.
Los niños participantes tuvieron una revisión médica antes de comenzar el estudio, incluyendo una serie de marcadores de obesidad y acumulación de grasa corporal, cuando todos ellos comenzaban la Primaria, y otras dos más al final del tercer y sexto curso, ha detallado a EFE uno de los investigadores, Rodrigo Fernández-Jiménez, director del Laboratorio de Imagen y Salud Cardiovascular del CNIC.
Los resultados han arrojado una conclusión clave: los niños de los 24 colegios que recibieron educación en salud integral en los tres primeros años de Primaria (de los 6 a los 9 años) presentaron menores niveles de obesidad y grasa abdominal que los que no recibieron ninguna formación en la materia y que los que recibieron esa formación solo durante los tres últimos cursos de primaria.
Los doctores no apreciaron diferencias significativas entre los 12 grupos de niños que recibieron píldoras educativas de salud integral los 6 años completos, y aquellos que solo la tuvieron en los tres primeros años de primaria, lo que demuestra, a juicio de los doctores, que esos tres primeros años son los absolutamente claves para fijar hábitos saludables.
Las píldoras educativas, trabajadas con profesores, padres y con el colegio en sí para controlar cuestiones como qué se vendía en las cafeterías o máquinas automáticas, entre otros, consistieron en formación sobre el cuerpo humano; información sobre la relación entre salud y dieta; se les inculcó también la importancia de la actividad física y del descanso, y la gestión emocional de la comida.
“Los resultados confirman que las intervenciones educativas desde edades muy tempranas, cuando los niños están en condición total de absorber, tienen un gran beneficio y repercuten en mejores hábitos de vida y mejor salud”, ha subrayado Fernández-Jiménez.
El investigador añade, “que cuánto antes empiece esa educación infantil mejor”, es más esa educación debería de comenzar ya a los 4 o 5 años”, como lleva demostrando el programa de Salud Integral (SI!) de la Fundación SHE durante diez años de intervenciones educativas en colegios de Estados Unidos, Colombia o España.
Su director, Valentín Fuster, es otro de los autores del presente estudio.
La acumulación de grasa abdominal y la obesidad son los factores de riesgo muy importantes para el desarrollo de diabetes tipo II, hipertensión arterial, riesgo cardiovascular y de ictus cerebral.
Tal y como señala Fernández-Jiménez la tendencia al exceso de peso en los niños españoles ha empeorado en los últimos años, con datos similares a los de Estados Unidos: 1 de cada 3 niños tiene exceso de peso.
Un factor que el doctor ha achacado también a la vulnerabilidad familiar, por falta de acceso económico a la comida saludable, o por falta de apoyo legislativo a una buena alimentación, con medidas como limitar por ejemplo los anuncios de comida basura.
“Los colegios son un entorno ideal para la implementación de programas educativos de promoción de la salud. Cualquier mejora en este ámbito puede ser beneficiosa si se implementa a gran escala, especialmente sabiendo que este tipo de intervenciones carece de efectos secundarios o adversos”, ha concluido.